La calle Bernabé Soriano ya comenzada a invadir por los automóviles. Todavía con la pavimentación de doquines, pues estamos en 1.956. Aparecen en primer lugar, por la izquierda, los rótulos de la "Papelería Santo Rostro" y "Ortega". Respecto a la acera de la derecha, aparece el rótulo anunciador de los laboratorios del doctor Fernández Coz, la relojería de Gómez.
La ermita de San Félix Cantalicio en el popular Recinto. A su lado, en la pared baja del extremo inferior izquierdo, tiene adosada la antigua Fuente de Don Diego, cuyas aguas nacen en un minado situado en los sótanos de la catedral. Esta ermita fue mandada levantar por Don Luis Garrido y su esposa allá por 1.718 con el único y exclusivo fin de servir como hospital-asilo a sacerdotes viejos e impedidos. Incluso en 1.885 fue utilizada como hospital de colérigos durante la última grave epidemia que azotó esta capital, muriendo muchos enfermos.
La calle Joaquín Tenorio por la mañana, con su alegre bullicio de mercado, recogida por Jaime Roselló un día cualquiera, con los frágiles tenderetes en que los hortelanos y meloneros ofrecían lo mejor de sus cosechas.
La controvertida manzana popularmente conocida como "La Verdadera" por llamarse así el último negocio que ocupó los bajos del edificio que cierra tal manzana. Muchas eran las voces que se oponían a su derribo, aunque en justicia hemos de reconocer que con el derribo de las casas ha ganado sobremanera la imagen que de la zona este de la catedral podemos disfrutar los viandantes. Esta vieja casona, levantada hacia 1.580, albergó desde finales del pasado siglo una prestigiosa platería, negocio que fue sustituido hasta la guerra civil por la papelería González para rematar su dilatada vida con el antes citado de mercería "La Verdadera". Otro entrañable trozo del Jaén tradicional que se ha perdido irremisiblemente, aunque en este caso al menoshan ganado los entornos paisajísticos catedralicio y urbano.
Mi querido y añorado Jaén, pronto estaremos unidos para siempre.
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